jueves, 21 de mayo de 2009

Los ñángaras

Los ñángaras se venden como progresistas, defensores de los trabajadores y amantes de la paz pero cuando llegan al poder, destruyen el progreso, generan pobreza y reprimen libertades en aras de su utopía socialista. De ahí que convenga recordar los embustes repetidos mil veces, con las cuales los ñángaras criollos, hoy en el poder, con Chávez al frente, pretenden engatusar sobretodo a los más necesitados. El primer gran embuste ñángara es la idea que “Venezuela, ahora es de todos” , vendida en la atractiva envoltura de lo popular. Este adjetivo anexado a PDVSA, al empleo, el crédito, el consumo, la salud, la educación y el deporte intentan adornar la intolerancia y la exclusión por parte de la élite gobernante con un manto “humanista y justiciero”. Otros grandes embustes ñángaras son igualmente perniciosos: el de la seguridad alimentaria que sirve para confiscar propiedades en plena actividad productiva, violando normas constitucionales; el de la soberanía y no injerencia en los asuntos internos para cerrar el paso a la fiscalización internacional sobre las flagrantes violaciones a los derechos humanos; el de la agresión imperialista destinada a exacerbar el sentimiento nacionalista y presentar al adversario interno como traidor a la patria; el de la solidaridad de los pueblos, regalando petrodólares, cuyo objetivo verdadero es exportar la revolución mientras compra votos para eventuales confrontaciones en la OEA o Naciones Unidas; el de ser defensores de la paz mientras agreden y matan a oponentes con total impunidad. En el país ñángara que se pretende edificar con estos embustes, no se permite disentir. La administración pública se tiñe de rojo clientelar, los otros poderes se someten, aprueban leyes y sentencian según capricho presidencial mientras callan frente al robo descarado. Las FFAA se ideologizan y permiten la presencia de militares cubanos para proteger a su comandante en jefe. Los gobernantes ñángaras siempre tienen a mano un chivo expiatorio, la pobreza, la desnutrición, el mal estado de la educación y la salud son producto del pasado, del paro o de conspiraciones fascistas. El pueblo democrático que es mayoría no quiere un país ñángara, pero para enfrentar exitosamente ese proyecto en todos los terrenos, tiene que esforzarse en alcanzar la imprescindible unidad de propósitos.

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podrán reclamarnos mañana, si evadimos el compromiso solemne, si desertamos del rumbo, si abandonamos la marcha..."

Leonardo Ruíz Pineda (1916-1952)