domingo, 25 de noviembre de 2007

Un español que perteneció a Fuerza Nueva se convierte en el «cerebro gris» de Chávez

Venezuela, transida de un populismo atroz removido por una aparente cuña de fervor revolucionario desde que el caudillo Hugo Chávez se impuso en 1999 sobre la escena pública, se ha convertido en un nuevo El Dorado para decenas de profesores procedentes de las universidades españolas. Catedráticos y enseñantes de muy desigual prestigio, casi todos especializados en distintas disciplinas del Derecho Público, vienen cruzando el charco desde hace más de una década con el objetivo confesable de extender las reglas del juego democrático entre aquellos Estados iberoamericanos -la propia nación del Orinoco, pero también Bolivia y Ecuador- donde, sin embargo, la latente veleidad caudillista de sus respectivos líderes sitúa el futuro de millones de ciudadanos frente a una más que probable configuración política fundada sobre la estatalización de la propiedad y la perpetuación de la actual clase dirigente. Una aportación decisiva Roberto Viciano Pastor es algo más que uno de esos profesores que consideran caducos ciertos aspectos de la tradición legislativa europea: su papel está resultando decisivo en la definición del régimen que encabeza Hugo Chávez, hasta el punto de que puede considerársele «padre» del polémico, por involucionista, proyecto constitucional que el caudillo someterá a referéndum el 2 de diciembre. Profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia, sus escarceos con la extrema derecha -«pecados de juventud», definen algunos de sus compañeros lo de haber pertenecido a Fuerza Nueva en su época de estudiante- no le han supuesto ningún problema para experimentar luego un radical cambio ideológico que le ha llevado a implicarse con indudable intensidad en el actual proceso de transmutación del régimen chavista, ése que debe ser sancionado por el pueblo venezolano en el referéndum constitucional previsto el día 2. «Canalizó su inconformismo en el pasado enarbolando un ideario equivocado; hoy, sus convicciones políticas son las propias de la izquierda intelectual más convencional, pese a que él de convencional tiene poco», esgrimen con un tono de disculpa quienes lo conocen desde hace años. No es probable, en cualquier caso, que en el país caribeño estén al tanto de ese «borrón» en la trayectoria del que hoy se mueve por el Palacio de Miraflores como si lo hiciera por su casa. Roberto Viciano preside la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS). Creada en 1993, de acuerdo con sus propios estatutos, CEPS tiene entre sus objetivos el de contribuir, por medio de la aplicación práctica del trabajo intelectual de sus integrantes, «a la transformación de la sociedad en una realidad más justa, democrática y solidaria». Consagrado a ese teórico propósito, Viciano vive una media de seis meses al año entre Caracas, Quito y La Paz. En Venezuela, Ecuador o Bolivia, este fervoroso defensor del derecho de autodeterminación para el País Vasco es ya uno de los referentes de esa clase de intelectual español que admiten personajes como el mismo Hugo Chávez, Evo Morales en Bolivia o el presidente de Ecuador, Rafael Correa, con quien mantiene una cierta amistad desde los tiempos de profesor universitario del hoy mandatario que se esfuerza en hablar el kichwa, idioma de sus compatriotas indígenas. También con Ollanta Humala Roberto Viciano, autor de una extensa bibliografía sobre aspectos constitucionales de los procesos políticos en América Latina e igualmente experto en el engranaje normativo de la Unión Europea, asesoró también a Ollanta Humala, el candidato del Partido Nacionalista Peruano derrotado por Alan García en las elecciones del año pasado. En este sentido, en el país andino no pasó inadvertida la poderosa influencia que el español ejercía sobre el polémico aspirante presidencial, incluso para reglar las relaciones de éste con los periodistas locales con ocasión de un viaje girado por Humala a Bolivia: acudía, naturalmente, a entrevistarse con Evo Morales. Antes, en Venezuela, este profesor valenciano, titular además de la Cátedra Jean Monnet sobre Instituciones Comunitarias, realizó decisivas aportaciones a los trabajos de elaboración de la Constitución de 1999 («la Bicha»), la misma que ahora prevé acomodar Chávez a sus ínfulas de sesgo personalista. El pasado viernes partió hacia Quito después de una breve estancia en Valencia: Roberto Viciano presta asistencia a los miembros de la Asamblea Constituyente que desarrollan una nueva norma constitucional para un Ecuador bajo la égida de su amigo Correa. Otro tanto ocurre con Bolivia, donde también se está desarrollando hoy un convulso proyecto de reforma constitucional. Según varios profesores que, precisan, han desempeñado labores «estrictamente académicas» en tierras iberoamericanas, declararse allí miembro de la comunidad universitaria española es algo parecido a rozar con los dedos el cielo de las celebridades. «Esa vitola le permite a uno, apenas deshechas las maletas, pasar del aeropuerto a codearse en cualquier lujoso restaurante con un ex jefe del Estado, con un ministro del Gobierno o con el responsable máximo de la más elevada instancia judicial. También saludarlo con plena confianza si se lo cruza por la calle. Realmente como si lo conociera de toda la vida», dicen. Siempre el ego. Hay que tener en cuenta, y eso explica en buena parte la proliferación de proyectos de cooperación universitaria entre España e Iberoamérica, que el nivel de formación entre los responsables administrativos de estos países es «francamente mejorable desde la perspectiva europea». El Rey y Adolfo Suárez Según el profesor Carlos Flores, compañero de Viciano en la Universidad de Valencia y en posesión de un cierto currículo «trasatlántico», «el colectivo académico español continúa siendo muy respetado en estos círculos», en los que curiosamente se sigue valorando de manera singular la transición democrática y el papel jugado en ella por el Rey y Adolfo Suárez, nada alterado además por la reconvención de Don Juan Carlos a la incontinencia verbal de Chávez en la pasada Cumbre Iberoamericana. Los responsables de Exteriores están al tanto de las actividades de los muchos docentes que, periódicamente, pronuncian conferencias, imparten cursos o elaboran informes a instancia de parte al otro lado del océano. Y la conclusión en estos foros en que no cabe meter a todos en un mismo saco. Sobredosis de ideología Hay casos, como el representado por el Instituto Iberoamericano de Estudios Constitucionales, adscrito a la Universidad de Alicante, cuya labor se reduce a la prestación de conocimientos en un contexto «exclusivamente docente». La entidad, dirigida por el catedrático de Derecho Constitucional José Asensi, tiene compromisos formativos en Cuba o Venezuela, pero también en otros países de signo conservador. El caso de CEPS es más restrictivo. De acuerdo con una una marcada convicción ideológica, sólo trabaja con gobiernos «progresistas» o con la oposición «progresista» en aquellos Estados que no lo son. Las únicas sedes permanentes de CEPS se sitúan en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Perú. Esta dualidad es clave para entender cómo valora la Diplomacia española a este colectivo en comisión de servicio casi permanente. No necesariamente porque los profesores lo fomenten, pero el hecho es que muchas veces hay riesgo de que sus directrices teóricas sean confundidas con la posición oficial de España, lo que, de alguna manera, entorpece la labor diplomática de las autoridades. En el otro extremo está Viciano, cuya «exceso de ideología» no invalida su rigor intelectual, pero sí puede adulterar el propósito inicial de su misión. Nadie, salvo Chávez, sabe cuánto en el nuevo rumbo venezolano es aportación de este profesor valenciano. Ni siquiera si sólo dice lo que el caudillo bolivariano quiere oír. Fuente: http://www.abc.es

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podrán reclamarnos mañana, si evadimos el compromiso solemne, si desertamos del rumbo, si abandonamos la marcha..."

Leonardo Ruíz Pineda (1916-1952)