jueves, 1 de marzo de 2007

Historia del Partido Accion Democratica

Acción Democrática es un partido con vocación de poder ¿cómo dudarlo? Desde 1945 hasta 1998 fueron, prácticamente, el centro de la vida política del país. Fueron los depositarios de las más grandes esperanzas de los desposeídos de la tierra venezolana. Cuanto ha pasado desde que el 13 de setiembre de 1941 Rómulo Betancourt, joven líder de la izquierda nacionalista venezolana, en el Nuevo Circo lanzara frente a un nutrido grupo de militantes el discurso que sellaría el nacimiento de Acción Democrática: ...Este Partido ha nacido para hacer historia. Nace armado de un Programa que interpreta las necesidades del pueblo, de la nación. (Aplausos); de un programa realista, venezolano, extraído del análisis desvelado de nuestros problemas, porque nosotros podremos ser partidarios de que se importe creolina —como acaba de decir Ricardo Montilla—, pero programas, no. [...] Nace Acción Democrática asistido por la fe y la emoción multitudinarias del pueblo, y lo comanda un equipo de hombres conocidos de toda Venezuela, de bien ganada solvencia política y moral. Han pasado casi seis décadas desde que aquellas palabras tronaron en el Nuevo Circo, gran parte de esos dirigentes se encontraban prácticamente vírgenes, políticamente hablando claro está, pero profundamente consustanciados con años de luchas sociales, de sindicatos, de exilios y de persecuciones. No habían saboreado las peligrosas mieles del poder. Años faltan para el 18 de Octubre y para el polémico trienio popular, el 321, el fifty – fifty. Para la década de la dictadura militar que los llevaría a derramar la sangre de muchos de ellos en las calles o en el exilio. Faltan diecisiete años para el glorioso 23 de Enero y el polémico Pacto de Punto Fijo. Para la creación de la OPEP, la electrificación de Venezuela, la Reforma Agraria y la masificación de la educación. Décadas para el Gran Mariscal de Ayacucho y la nacionalización del petróleo. Poco menos de veinte años para que la lucha armada arrastrara a los más jóvenes entre los presentes a alzarse contra el orador y contra toda su generación. Para que el trajinar cotidiano, para que la negociación, para que el “fortalecimiento del sistema democrático” se enquistara en su ser. La purga de su izquierda, que se extendería hasta la salida de Prieto Figueroa en 1968, ni siquiera se avizora en las inspiradas palabras del orador. Ni hablar del proceso de degenaración que, gracias al chorro petrolero de la Venezuela Saudita, convertiría a Acción Democrática en un partido clientelar y dependiente del Estado. Se encontraban allí jóvenes que vienen de luchar a brazo partido contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, en las filas de la Federación de Estudiantes de Venezuela, del ARDI, ORVE, y del PDN, la Generación del 28, aquellos que pelearon en los sindicatos, como Valmore Rodríguez, intelectuales como Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco e Inocente Carreño. La formación de un partido de masas, que calcó dentro de una estructura leninista toda la estructura social del país: campesinos, maestros, profesionales, obreros, trabajadores de toda clase. Acción Democrática llegó a convertirse en un fiel reflejo de Venezuela entera, con sus virtudes y sus defectos. Se asumió sobre todo como el representante de “Juan Bimba”, del siempre excluido, del tradicionalmente marginado: del campesino pobre y sin tierra, del obrero explotado por las transnacionales, de la mujer sin derechos políticos; todo esto era Acción Democrática. Entonces ¿qué fue lo que pasó? ¿En qué momento los perdimos? ¿Cuándo pasamos de Rómulo Gallegos a Carmelo Lauría y David Morales Bello? Acción Democrática nació el 13 de setiembre de 1941 como un partido de oposición. Rómulo Betancourt, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Juan Pablo Pérez Alfonso y toda aquella primera generación le objetaban a Isaías Medina, más allá de su simpático talante, una escasa confianza en la voluntad popular, por ende, se le criticaba la ausencia de la reforma política fundamental: el voto directo, universal y secreto para la elección del Presidente de la República. De ese modo el año 1945 sería clave para la historia venezolana, se planteó públicamente el problema de la sucesión presidencial, no tanto por el protagonista sino por el método de elección. Ya en 1941 el PDN postuló simbólicamente a Rómulo Gallegos a la elección indirecta en el Congreso de la República. Para 1945 Eleazar López Contreras le había provocado un complejo problema al gobierno medinista, se encontraba buscando una postulación a la Presidencia, había alertado sobre el “uso” que aún le podía dar a su uniforme militar. El problema de la elección del nuevo presidente llevaría a la postulación, por parte del PDV, partido de gobierno, de Diógenes Escalante, embajador en los EEUU, y a un acuerdo entre el gobierno y Acción Democrática alrededor de dicha candidatura para iniciar un proceso de democratización en 1946. La locura de Escalante y la selección de Ángel Biaggini como nuevo candidato del gobierno provoca una reacción en cadena que llevará a Acción Democrática a incorporarse a la aventura política más importante de su historia. Importantes dirigentes del Partido se unen al Golpe Militar de la Unión Patriótica Militar que derrocó a Medina Angarita, convirtiéndose el 18 de octubre de 1945 en la Revolución de Octubre venezolana. La Revolución de Octubre (1945–1948) Si algún período determinó el recorrido histórico futuro de Acción Democrática ese fue el trienio que transcurrió entre el 18 de octubre de 1945 y el 24 de noviembre de 1948. La primera de estas fechas conmemora un golpe de estado tradicional dirigido, en gran parte, por un cuerpo de jóvenes oficiales de la UPM. Acción Democrática era una invitada en un banquete de poder que no era el suyo. Pero asumió un protagonismo que marcaría de manera indeleble el futuro de la nación entera. La Junta Revolucionaria de Gobierno, presidida por Rómulo Betancourt, inició un agresivo proceso de profundas reformas sociales, económicas y políticas. Se decreta un Estatuto Electoral por medio del cual se elige una Asamblea Nacional Constituyente, en 1946, en una votación universal, directa y secreta que incorpora a la vida política a dos sectores tradicionalmente excluidos, las mujeres y los campesinos. AD triunfa con casi el ochenta por ciento de los votos. La polémica redacción de la Constitución de 1947 fue seguida por el pueblo, que se reconocía en sus nuevos dirigentes, con pasión y atención. El 15 de diciembre de 1947 el novelista Rómulo Gallegos, postulado por Acción Democrática, vence a Rafael Caldera, de COPEI, y a Gustavo Machado, candidato del PCV. La marejada popular propiciada por Acción Democrática siguió derribando los muros de unas estructuras anquilosadas y periclitadas, seguía creando temores y reticencias. El Trienio Adeco, o populista, o revolucionario (como se quiera ver) incorporó a las grandes masas, a los campesinos, a los sindicatos en el manejo del poder. Se rompió definitivamente la represa de lo popular. Términos como “democracia”, “sindicatos”, alcanzaron plena legitimidad frente al pueblo. Desgraciada, e inevitablemente, el desborde popular trajo, de manera paralela, un desborde de las pasiones y los temores. El sectarismo de una organización que agrupaba a cerca del ochenta por ciento de la población, la justa revancha que amplios sectores saboreaban, llevó al régimen de Octubre a incrementar las tensiones y las contradicciones con los sectores más conservadores y con los mismos que lo habían colocado en el poder, los militares. El 24 de noviembre de 1948 un golpe frío de, prácticamente, los mismos militares que tres años antes habían depuesto a Medina, desplazan a Rómulo Gallegos. La década militar (1948–1958) Al otro día del golpe de Estado contra Rómulo Gallegos se inicia una dura represión y persecución contra Acción Democrática, sus principales dirigentes son obligados a escapar al exilio o a esconderse en la clandestinidad. A partir de una huelga petrolera en 1950 el Partido Comunista de Venezuela se suma a la Resistencia. Betancourt va al exilio, México, Cuba, Costa Rica, Estados Unidos. La represión acaba con Leonardo Ruiz Pineda, Alberto Carnevalli y con Antonio Pinto Salinas. Para 1953 la Resistencia interna está en manos de los dirigentes medios y de los más jóvenes, Simón Sáez Mérida, Domingo Alberto Rangel, Américo Martín. En contacto cotidiano con los dirigentes y con la militancia del Partido Comunista de Venezuela y alejados de la dirigencia adeca que se encuentra en el exilio. Luego de la caída de Marcos Pérez Jiménez, al llegar a Venezuela, Rómulo Betancourt encuentra al partido manejado por jóvenes que crecieron luchando junto a los comunistas contra la dictadura. Pero ya Betancourt no era el mismo, no estaba dispuesto a cometer los mismos errores que habían llevado el fin del trienio 1945–1948. El regreso de Rómulo, no es el retorno de un revolucionario, sino el prudente regreso de un líder moderado y reformista, dispuesto a llegar a los acuerdos que una década antes no hubiera tolerado. El enfrentamiento entre las distintas generaciones se acelera a partir del 23 de enero de 1958. Fortalecimiento y purga a la izquierda (1958–1968) La década que corre entre el 23 de enero de 1958, cuando es depuesto Marcos Pérez Jiménez, y 1968 cuando Rafael Caldera gana las elecciones marca la consolidación y “depuración” del partido del pueblo. En 1958 Rómulo Betancourt retoma el control del partido, consolida un Pacto con COPEI y URD, y derrota a Larrazábal en las elecciones presidenciales. Luego de ganar las elecciones presidenciales Betancourt se dedica a dos cosas, reiniciar, moderadamente, el proceso de reformas sociales y económicas en el país y consolidar su poder dentro de Acción Democrática. El enfrentamiento entre los dirigentes históricos y los jóvenes de la izquierda se verá impulsado por dos hechos fundamentales, por un lado, el impacto que la Revolución Cubana produce en la juventud latinoamericana, ligado a la política de Betancourt al respecto, y por el otro al enfrentamiento de la “izquierda revolucionaria” del Partido con la política moderada del gobierno de Betancourt. Para abril de 1960 toda la “izquierda revolucionaria” había sido expulsada de Acción Democrática, la primera división del partido del pueblo se había consumado. Muchos de los jóvenes expulsados formaron el Movimiento de Izquierda Revolucionaria y se sumaron a la lucha armada contra el gobierno de Betancourt. Betancourt consolida durante su gobierno un importante proceso de reformas, la creación de la OPEP, la Reforma Agraria, la electrificación del país, la construcción masiva de escuelas, se da de manera paralela una dura lucha contra la extrema izquierda, en la guerrilla, y contra la extrema derecha, propiciando diversas insurrecciones militares. El primer gobierno de Acción Democrática tuvo que soportar varias rebeliones, un intento de magnicidio y el inicio de la lucha armada de la guerrilla. Entre 1961 y 1962 se teje la segunda división del Partido. Un problema entre el Comité Ejecutivo Nacional e importantes dirigentes lleva a que el organismo expulse a varios líderes y dé inició a la creación del PRIN. Raúl Ramos Giménez y el denominado Grupo “ARS”, dominando el CEN del Partido se enfrascan en una lucha que llevará a la realización de dos Convenciones Nacionales en enero de 1962, una en el Teatro Caracas, la del grupo ARS —Ramos Giménez—, y otra en el Teatro Boyacá, con Paz Galarraga y Raúl Leoni. Ambos grupos se disputaron los símbolos del Partido, el Consejo Supremo Electoral decidió someter a escrutinio popular la iconografía adeca: en las elecciones presidenciales de 1963 Rául Leoni, con la tarjeta negra, vence a la tarjeta plata de ARS, y se queda con los símbolos partidistas y con la Presidencia de la República. El gobierno de Leoní no contó con el apoyo de COPEI como sí lo hizo Betancourt, pero igualmente adelantó el proceso de reformas en el país, aunque igualmente reforzó la dura política de represión contra las guerrillas. En 1967 se dará la más importante división de AD en su historia. Luego de que en unas elecciones internas, concebidas como una especie de primarias, la plancha dominada por Paz Galarraga derrota a la de Gonzalo Barrios, Betancourt vuelve de su exilio en Berna para “poner orden” en el partido al considerar que las cercanías de Prieto Figueroa con la izquierda podía perjudicar a la estabilidad de la democracia venezolana. Las elecciones son desconocidas y se impone la candidatura presidencial de Gonzalo Barrios. El rechazo a la maniobra fue tajante por parte de los afectados. Uno de los más importantes dirigentes históricos de la organización, Luis Beltrán Prieto Figueroa, junto a Jesús Ángel Paz Galarraga, es expulsado del partido llevándose consigo a una buena parte de la militancia, incluyendo a la mayor parte del Magisterio. Aparece de esta manera el Movimiento Electoral del Pueblo. Como hemos visto, entre 1961 y 1968 Acción Democrática purga a toda su izquierda, a través de dos divisiones, y pierde por primera vez unas elecciones presidenciales, en gran parte debido a la pérdida del electorado urbano. Más de un politólogo de la época presagiaba el fin de Acción Democrática. Pero no contaban con un fenómeno: Carlos Andrés Pérez. Camino a la recuperación (1969 – 1974) El liderazgo de Carlos Andrés Pérez representó un vuelco en la historia de Acción Democrática, de ser el Ministro de Relaciones Interiores de Rómulo Betancourt, pasó a ser su protegido para asumir la reconstrucción del Partido luego de la derrota electoral del 1968. Para ese año Acción Democrática era un partido que había perdido a su electorado urbano, su votación venía en gran parte del menguante campesinado del interior del país, la clase media urbana no se sentía identificada con los dirigentes históricos y con el programa tradicional del Partido. Carlos Andrés Pérez le dio una nueva estructura, un nuevo mensaje y una nueva imagen que conquistó a la clase media y a las ciudades. Una transformación que se evidenció en la campaña electoral de 1973. Los tradicionales mensajes de Acción Democrática cedieron ante el marketing y la “venta” del candidato con el uso masivo de los medios de comunicación. Aparecen los famosos asesores de las campañas, ya no dirigentes políticos, sino expertos extranjeros como Joe Napolitan. Dentro del partido se cocinaba también un enfrentamiento que afectaría su desarrollo futuro. Consolidación y luchas intestinas Guerra de titanes (1974–1981) El primer gobierno de Carlos Andrés Pérez llevó a una especie de locura colectiva no solo a Acción Democrática sino a gran parte del país. La manera en que Pérez manejó la política petrolera —fortalecimiento de la OPEP y nacionalización del petróleo— y la política internacional, sumado a los continuos escándalos de corrupción provocó primero la sorpresa, luego la incomodidad y finalmente la ira de Betancourt. Juan Pablo Pérez Alfonso y Rómulo Betancourt rechazaron la extensión de la corrupción y la explosión de la industria petrolera. Betancourt criticó además la extensión del clientelismo y la burocratización del Partido y se lanzó en una campaña “ética” contra la corrupción dentro de Acción Democrática, fortaleciendo el Tribunal Disciplinario. Este conflicto entre Rómulo Betancourt y Carlos Andrés Pérez se reflejó en las campañas electorales de 1978 y 1979. Para las elecciones presidenciales se convocaron unas primarias en 1977, Carlos Andrés Pérez apoya la precandidatura de Jaime Lusinchi y Rómulo Betancourt aupó la victoriosa de Luis Piñerúa Ordaz. De este modo, el ex Presidente y máximo líder histórico de Acción Democrática, Rómulo Betancourt, ganó la batalla interna que le haría perder la guerra por el control de la organización. Luego de la derrota de Piñerúa en las presidenciales frente a Luis Herrera, la historia se repetirá en las municipales de 1979, la derrota más desastrosa para Acción Democrática hasta ese momento. Rómulo Betancourt morirá en 1981 en Nueva York. A pesar del peso que su liderazgo tenía en el Partido, su influencia había disminuido. Este es el génesis del posterior conflicto entre renovadores y ortodoxos. Renovadores vs. Ortodoxos (1981–1991) Durante la década de los 80, posterior a la muerte de Rómulo Betancourt el 28 de setiembre de 1981, la política partidista sería conmovida por las disputas entre dos grandes bloques, la denominada “ortodoxia”, ligada a Gonzalo Barrios y la los más antiguos dirigentes, y la “renovación”, ligada al perecismo. Luego de la muerte de Rómulo Betancourt en 1981, Gonzalo Barrios se convierte en el líder más importante de la ortodoxia. Pero la precampaña electoral para las presidenciales de 1983 cambiaría el juego político. Un pacto entre Jaime Lusinchi, jefe de la Fracción Parlamentaria, y el poderoso Buró Sindical, Manuel Peñalver, impulsó la candidatura presidencial de Lusinchi hasta la Primera Magistratura. Acción Democrática fue masiva y poderosa durante la gestión presidencial de Jaime Lusinchi; más de dos millones de militantes inscritos lo convertían en el partido socialdemócrata más numeroso del hemisferio. De igual manera el respaldo popular del Partido fue acompañado por una práctica sectaria y autoritaria en el poder. Durante su gobierno, Jaime Lusinchi pretendió, a través de una inmensa red de relaciones clientelares, impulsada desde el gobierno, fortalecer su liderazgo dentro de Acción Democrática. Luego de ser el candidato de Pérez en 1977 se opuso rotundamente a los renovadores en el seno de la organización. Convirtiéndose desde el poder, y junto a Gonzalo Barrios, en el máximo dirigente de la ortodoxia. Su pésima gestión económica, su estilo autoritario de gobierno fueron ocultados por una gestión comunicacional excelente coordinada por Carlos Croes, y por una campaña contra los medios de comunicación adversos, tales como El Nacional, a través del uso de los dólares de RECADI como medida de presión. Si algún dirigente le hizo un daño grave a Acción Democrática este fue Jaime Lusinchi. Su pretensión de consolidar la relación Estado-Partido hasta el punto de acoplar ambas estructuras, fortaleció el carácter clientelar de la organización, convirtiéndola en un partido que dependía del Estado para sobrevivir. El carácter sectario y autoritario de su gobierno, amén de su pésima gestión económica, llevaron a mediano plazo, a endurecer una matriz de opinión adversa a la organización. La candidatura presidencial de Carlos Andrés Pérez fue impulsada desde la base hasta la Presidencia de la República contra la voluntad de la ortodoxia, de Gonzalo Barrios y del Presidente Jaime Lusinchi. En las elecciones internas el gobierno y la ortodoxia impulsaba la candidatura de Octavio Lepage. Carlos Andrés venció a Lepage en las internas y a Eduardo Fernández en las presidenciales, ganando la batalla que le haría perder su última guerra. La Gran crisis (1991–2000) Al anunciar Pérez su gabinete, parte de la dirigencia adeca se sintió traicionada, contrastando fuertemente con su predecesor, el nuevo presidente, escogió a sus ministros entre los tecnócratas más preparados del país, la política económica, “el paquete”, sería coordinado por Miguel Rodríguez, la escasa presencia de militantes del partido en el gabinete incomodó a varios dirigentes. Carlos Andrés Pérez inicia un proceso de reforma profunda del Estado, aunque es de reconocer que la creación de la COPRE (1984) se hizo en el gobierno anterior, y de descentralización política y administrativa. Este proceso de reforma, llamado el Gran Viraje o El Paquete, contó con la fuerte oposición del sector más socialdemócrata del Partido. El Caracazo el 27 y 28 de febrero de 1989 le dio un duro golpe al nuevo gobierno de Carlos Andrés Pérez, y su liderazgo dentro del partido mermó considerablemente. A pesar de que en 1989 las elecciones regionales le dieron un triunfo a AD, el derrumbe de Pérez arrastraba la credibilidad de Acción Democrática. En 1991 se realizó la última Convención Nacional efectiva, el enfrentamiento entre los renovadores, perecistas y los ortodoxos tuvo lugar por la Secretaría General del Partido. Héctor Alonso López, de Mérida, fue candidato de los renovadores, y Luis Alfaro Ucero de los ortodoxos. Luis Alfaro Ucero se impuso en la Secretaría General y, a la par del derrumbe de la credibilidad de Pérez, se inició una persecución contra gran parte de los líderes renovadores. Acción Democrática a partir de 1991 retiró el apoyo a muchas de las iniciativas del Ejecutivo. La corrupción de la dirigencia sindical de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, con mayoría de Acción Democrática, colabora con el desprestigio de la organización. Luego del intento de Golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 el gobierno se derrumba rápidamente y los ortodoxos se consolidan dentro de Acción Democrática. Carlos Andrés Pérez fue finalmente expulsado del partido en 1992. Para las elecciones de 1993 Acción Democrática vivía uno de los peores momentos de su historia: su credibilidad era mínima, se le hacía responsable de la inestabilidad y de la crisis económica del gobierno de Pérez. La candidatura presidencial de Claudio Fermín sorprende a todos con un segundo lugar en las elecciones de diciembre de 1993. A pesar de ser un partido golpeado es un partido fuerte y se encuentra consustanciado con muchas emociones del pueblo venezolano. Al observar la Acción Democrática de 1991 y compararla con la del año 2000 sorprende observar quiénes se encuentran fuera hoy: Carlos Andrés Pérez, Claudio Fermín, Antonio Ledezma, Héctor Alonso López, Luis Emilio Rondón, entre otros. Gran parte de la dirigencia perecista o renovadora fue expulsada o se retiró por diversas circunstancias del partido blanco. La locura de la campaña de 1998 En 1995, las elecciones regionales le otorgan al partido blanco una victoria, a pesar de la alta abstención. A partir de este momento, y hasta 1998 AD parece crecer nuevamente. En 1996 Luis Alfaro Ucero se consolida en el poder dentro del partido por un procedimiento nuevo para convocar una Convención Nacional sin traer los delegados a debatir en un lugar específico. En 1997 Acción Democrática se presentaba como un partido fuerte, en proceso de transformación que, incluso sin llegar a la Presidencia de la República, sería protagonista de la política venezolana durante muchos años más. Se convoca a intelectuales y a miembros de la sociedad civil a unas Jornadas Programáticas para estructurar el Programa de Gobierno del partido blanco antes de seleccionar al candidato presidencial. Se manejaban diversos nombres para la candidatura presidencial, desde Claudio Fermín hasta el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, eran observados por la opinión pública como posibles postulados blancos para la Jefatura del Estado. Pero la presión del Buró Sindical, César Gil, el temor ante el liderazgo emergente, la renuncia de Fermín a la organización, la excesiva confianza en la maquinaria y en la estructura, llevan a postular “por consenso” al Secretario General Luis Alfaro Ucero para la Presidencia, sin prestigio, y con un alto rechazo popular. Craso error. De aquí en adelante Acción Democrática cometió todos los errores posibles facilitando de esta manera la victoria de Hugo Chávez el 6 de diciembre de 1998. La crisis económica, el pésimo candidato escogido, la percepción común (a causa de la política parlamentaria de los blancos) de AD como partido de gobierno de Caldera, el derrumbe de COPEI, impulsó el crecimiento de Hugo Chávez. La locura finalmente se adueñó de la dirigencia del partido. Si fue un error grave escoger a Alfaro Ucero como candidato a la Presidencia, fue un suicidio el haberse librado del Secretario General de la manera en que lo hicieron. La percepción popular fue que el miedo se adueñaba de la dirigencia tradicional, al acuerdo de los gobernadores adecos, electos el 8 de noviembre de 1998 en las elecciones regionales, con Henrique Salas Römer no vino sino a consolidar esta percepción. Durante el gobierno de Hugo Chávez Acción Democrática ha sido la organización más atacada, como exponente fundamental de la denominada Cuarta República y del puntofijismo, la que ha tenido una posición más sólidamente opuesta a las iniciativas del presidente. A pesar de ser el blanco de todos las ataques, desde el gobierno, y desde otras organizaciones de la oposición, en las elecciones del 30 de julio de 2000 el partido blanco se erige como la principal y más importante organización de la oposición. Se inicia un proceso de elecciones internas para renovar autoridades, posiciones y políticas. ¿Todavía habrá tiempo? No se pueden dejar de reconocer las grandes luchas que el partido blanco ha llevado a cabo por la democracia venezolana. Su carácter policlasista y popular es la clave de su supervivencia. Fue el partido modelo de la política venezolana. Tienen un cuerpo de dirigentes desde las Juntas Parroquiales hasta los Estados, valiosos y representativos. Tienen una militancia que continúa fiel a pesar de todos los golpes recibidos por parte de sus adversario y de sus propios dirigentes. Acción Democrática está viva. Está luchando. Su militancia quiere una verdadera transformación. Venezuela necesita una Acción Democrática renovada y fortalecida. Hoy, Acción Democrática reinicia sus luchas y pugnas internas. Sus locales son...allanados y sus dirigentes son atacados continuamente. Mientras su militancia espera por los nuevos liderazgos, por los nuevos procedimientos, que bien representen los viejos ideales

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un saludo Revolucionarios a todos los venezolanos y venezolanas, quienes somos partidarios o no de este gran partido politico el cual, ha sido de excelente trscendenica en nuestro pais, y de notables hechos realizados. mi mensaes es : que nos mantegamos al pie dl cañon y hagamos sentir nuestro partido para que no digan que estamos muertos, si no que andamos de parrada. saludos a todos ad.... juventud

Anónimo dijo...

LES FELICITO COMPANEROS DE LA SECCIONAL MERIDA Y LE DOY MI PALABRA DE ALIENTO EN SEGUIR EN LA LUCHA BAJO LOS IDEALES DE ROMULO Y LA SOCIAL DEMOCRACIA , JUNTOS CONTRUIREMOS UN GRAN PAIS,

JULIO DANIEL ARAUJO DE LA SECCIONAL PUNTO FIJO EDO FALCON
jdaniel8618@hotmail.com

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podrán reclamarnos mañana, si evadimos el compromiso solemne, si desertamos del rumbo, si abandonamos la marcha..."

Leonardo Ruíz Pineda (1916-1952)